6/4/09

La crisis de la selección mexicana de fútbol


Tuve la oportunidad de viajar a los EEUU, donde me tocó observar el partido eliminatorio entre los seleccionados de México y Costa Rica. La transmisión televisiva corría a cargo de Telemundo. Como un amante del fútbol internacional de primer nivel, debo confesar que me encontraba preocupado, pues he tenido la fortuna de seguir a la selección mexicana desde 1991 en todos sus partidos; oficiales, amistosos, contra clubes, de exhibición y de homenaje. Por lo mismo, pude ser testigo de la mejor época del tricolor en su historia, ciclo que en mi opinión terminó en 2002 e incluyó su mejor año: 1993. Ahora les contaré, a grandes rasgos, el por qué de mi preocupación.

Aunque son ya siete años en los que el combinado nacional ha ido a la baja, las circunstancias actuales no me dejaban razonar lógicamente durante la transmisión del partido. Me refiero a que gracias a esa gran generación antes mencionada, México se ganó el privilegio de ser colocado como cabeza de grupo en el mundial de Alemania 2006. Pero tras dicha competencia, “el equipo de todos”, regresó con la peor actuación en mundiales desde el fracaso en Argentina ´78. En las eliminatorias para la justa alemana se sufrió, como en la anterior, hacia Japón-Corea 2002, lo que costó el puesto al Director Técnico Enrique Meza. Para entonces, y al igual que ahora, se buscó a Javier Aguirre para que salvara el barco, quien armó una selección con los mejores jugadores nacionales del momento (los de Cruz Azul que llegaron a la final de la Copa Libertadores 2002), mezclando en el grupo a jugadores de gran calidad, personalidad y experiencia, como Alberto García Aspe, quien fue su capitán, o Luis Roberto Alves “Zague” y Jorge Campos como suplentes. La selección calificó de manera emotiva y contundente a Corea-Japón 2002 y volvió a llegar a la final de la Copa América como en 1993.

Le dieron el mando al estratega argentino Ricardo Antonio Lavolpe durante cuatro años, en los cuales, la baja de juego del seleccionado nacional era evidente. Aún se ganaba la Copa de Oro, pero desapareció la personalidad del equipo y pasó a ser una escuadra a servicio del timonel, quien con un estilo de juego defensivo y con muy pocos hombres con “permiso” de atacar, logró que me sucediera algo que nunca creí que pasaría, dejé de ver con gusto los partidos de México. Los seguí observando, pero no me atraían, no los disfrutaba, no me gustaban. Me hacían enojar. Un ejemplo, la actuación en los JJOO de Atenas 2004, en la que Lavolpe prometió el bronce o su renuncia; como sabemos fue eliminado en primera fase y se quedó en el cargo.

El siguiente proceso era comandado por Hugo Sánchez Márquez, el mejor jugador mexicano de toda la historia y uno de los mejores delanteros de todos los tiempos. Durante su periodo, se acentuó esa tendencia a la baja que ya traía el equipo tricolor. Además, se sumó el fracaso en el preolímpico para ir a Beijing 2008, lo cual, junto con el pobrísimo nivel de juego de la selección, le costó “la cabeza” a “Hugol”.

Aquí es donde comenzó esa preocupación que mencionaba al inicio. Las circunstancias eran las más favorables que cualquier seguidor de la selección mexicana pudiera haber deseado jamás. Una gran camada de jugadores campeones del mundo a nivel sub-17, se combinaba con la mayor cantidad de futbolistas nacionales jugando en el extranjero, especialmente en Europa y con un nivel de fútbol nacional que ya había ganado la Copa Sudamericana y jugado diversos torneos internacionales durante los últimos años incluyendo el mundial de clubes en Japón. Por si esto fuera poco, se contrató a uno de los mejores entrenadores del mundo, el sueco Sven Göran Eriksson.

Se terminaron los pretextos, las excusas, incluso las explicaciones, pues con estos factores combinados, la lógica nos indica que tendría que haber una mejora sustancial que se vería reflejada durante los partidos de la selección de México. No fue así. El nivel que muestran en la selección jugadores como Rafael Márquez, Carlos Salcido o Pável Pardo, es muy inferior al que han mostrado en sus equipos europeos y jugadores como Ricardo Osorio, Matías Vuoso, Giovani Dos Santos o Carlos Vela están jugando a un bajísimo nivel cuando se ponen “la verde”.

Así que, seguía viendo el lamentable primer tiempo entre México y Costa Rica, en el Estadio Azteca, en el que el único disparo al arco lo estrelló, inexplicablemente, Omar Bravo en el arquero tico, quien dio rebote para regalar el 1-0 al atacante mexicano. Mientras tanto, pensaba en todo esto que he escrito y en mucho más. Regresé a México y me encontré con la misma campaña de desprestigio hacia el timonel nacional. Pocos medios ponían la objetividad y la búsqueda de la verdad por encima de la mercadotecnia. Para la visita a Honduras, creo que nadie, con un pensamiento racional, esperaba un resultado diferente. Ese 1-3 a favor de los catrachos nos dejó unos buenos primeros 45 minutos jugados por México. En los cuales fue muy superior a su rival, con un Leandro Augusto mucho mejor y un Luis E. Pérez con chispazos en los primeros veinte minutos. Sin embargo, 0-2 en contra al medio tiempo. A parte de eso…lo mismo. Sin olvidarnos, por ningún motivo, de la indisciplina. Costly, en dos ocasiones, y Pavón, marcaron los 3 goles para la victoria en San Pedro Sula. Un violento y bajo de juego Nery Castillo, descontó para el tricolor. Se optó por destituir al entrenador, tras una intensa lucha de poderes en la FEMEXFUT, y se contrató, por segunda ocasión para la selección, a Javier “el vasco” Aguirre.

Destacaron durante este corto periodo Guillermo Ochoa, Leobardo López, Fernando Arce y el mejor, sin ninguna duda, Andrés Guardado. Si imaginamos una gráfica, en 1991, tras el fracaso en la Copa de Oro con Manuel Lapuente al mando de la selección, se inicia desde abajo, luego de no ir al mundial de Italia ´90 por aquel asunto de los cachirules, y se contrata al técnico argentino, campeón del mundo en 1978, César Luis Menotti. Ahí comienza una nueva era para el equipo tricolor, donde en dicha gráfica se iría ascendiendo rápidamente y de manera constante, alcanzando su clímax en 1993, ya con el Dr. Miguel Mejía Barón al mando y recogiendo los frutos en Francia ´98, de donde se regresó con la cara en alto y en 1999, ganando el primer título internacional para México, la Copa Confederaciones; paradójicamente, bajo el mando de Manolo Lapuente. Ya a la baja, pero aún con un nivel aceptable y con carácter y personalidad para reponerse tras los momentos duros como “el aztecazo”, culminaría esta gráfica llegando a ese punto en el que no se califica a competiciones internacionales, como lo son los JJOO y mundiales de diferentes categorías. Eso es la actualidad. La única ventaja que se tiene es que ahora el área de CONCACAF otorga 3 boletos y un repechaje para asistir a la Copa del Mundo, y no sólo uno como para el mundial de EEUU ´94. Gracias al sistema de competencia, es muy probable que México asista al próximo mundial de selecciones mayores a celebrarse en Sudáfrica en 2010, pero es un hecho que el nivel de juego de nuestro representativo nacional se encuentra en su peor nivel, lo cual, para mí, es de verdad preocupante.

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